Esperanza Azteca.

Esta vez nos envolvimos como puros espectadores de la música, fuimos a disfrutar de la belleza sonora que nos ofrece nuestro país. Martes 14 de mayo, Teatro de Cancún y OSEA Quintana Roo fueron los tres elementos que crearon la noche perfecta para poder cantar, aplaudir y sentir lo que nos une como mexicanos. 

Vivimos una situación de pánico colectivo, de violencia casi extrema, de racismo, diferencia de clases, discriminación, pobreza, narcotráfico... todos estos siniestros nos han obligado a bajar la cabeza y permanecer grises, nos han forzado a permanecer callados, a pensar que no existe más que lo que vemos y escuchamos en las noticias, en la radio... no es así queridos lectores, no es así. Tenemos más de lo que nos imponen. Arte, tradiciones, colores, leyendas, recetas, poemas, murales, edificios, libros... tenemos obras enteramente mexicanas que nos dan la fuerza y la esperanza que necesitamos para seguir adelante, para sonreír y estar orgullosos de nuestra identidad. No cabe duda de que México es un país romántico por excelencia, lo podemos notar en sus canciones, en sus bailes, en sus vestidos, en sus mariachis y en sus películas. Romanticismo es lo que nos sobra, amistad es lo que nos caracteriza y calidez es lo que nos hace sentir orgullosos. No hay ningún problema que otro mexicano no te ayude a resolver. 

La música es una de las expresiones artísticas con más énfasis emocional, citando a nuestro querido y emblemático Platón podemos decir que; "la esencia de la música es la expresión de las emociones y disposiciones del alma; por eso dispone también de un gran poder para configurar los hábitos del espíritu. Puede servir para bien y para mal..." nuestro país comprende perfectamente de qué está construido nuestro espíritu, nuestra música nos invita a olvidar nuestra homogeneidad, fortalece nuestras emociones y nos ayuda a olvidar las penas... penas de amor, amor a nosotros, al mundo, al amor mismo. 

La noche del 14 de mayo la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca con la colaboración de la cantante Edith Encalada y la directora Marbelys Colebrook nos dieron una grandiosa presentación de toda la filosofía resonante mexicana. Tributo a las letras que han marcado la vida de nuestro abuelos, padres e incluso a nosotros mismos (los que tenemos más de 20 años). Aplausos, silbidos y bailes acompañaron esa noche. Jóvenes talentosos que aprenden canciones de origen mexicano, que aprenden del amor, de la felicidad, de la vida, de la poesía y del romanticismo con el que el mexicano interpreta la vida diaria. Violines, flautas, voces, percusiones... instrumentos que dieron vida a la entera presentación de la música de nuestro país, no podemos estar más orgullosos de estos artistas en crecimiento, nos han demostrado que ni la turbulencia política puede interferir en lo que compete al arte, a su expresión y a su legado. 









"Soy puro mexicano, nacido en este suelo [...] Mi México querido, qué linda es mi bandera, si alguno la mancilla le parto el corazón."

Pedro Galindo Galarza.

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